Nadie ha sabido cuándo ni cómo apareció esta historia, pero muchos cuentan sí, que existió, en alguna época lejana. Después de haberse creado el cielo y la tierra, aparecieron las plantas, árboles y animales. Aún el hombre no había comenzado a caminar sobre estos suelos. Pero antes, mucho antes de los animales y vegetales, habían nacido los vicios, los valores y las virtudes. Era un mundo solamente para ellos. Vivían felices y alegres, cómodos y tranquilos. Un día, apareció el Amor, rodeado de largos rayos de luz que rascaban el cielo, viéndose casi desaparecer en el infinito eterno de las estrellas, que pegadas al oscuro de la noche, admiraban la felicidad y estruendicidad de los gritos de los demás que en tierra celebraban el nacimiento. Su corazón estaba afuera de su cuerpo, y era carmín, puro y fuerte como la sangre. Luego de nacido el Amor, los otros vicios y virtudes quisieron celebrar el acontecimiento. Para esto, la Gula junto con la Paciencia, la Dulzura y la Amargura, prepararon un gran banquete. Se dispuso una mesa larga que iba desde los altos Alpes hasta las costas del Oeste. En ella se encontraban sentados grandes personalidades. La Malicia por una parte planeando de alguna manera elaborar una guerra. La Codicia y la Avaricia contaban monedas en una esquina, peleándoselas unas por otras. La Amistad mientras tanto, tomaba una gran copa de vino junto con la Pureza y la Sinceridad. Y el Amor, en tanto, hablaba a los que se reunían a su alrededor. Pues ya casi finalizada la gran comilona, muchos ya estaban hartos de tanto comer, y muy satisfechos.
-Ahora, lo mejor sería hacer algo de ejercicio para bajar la panza, ¿no creen?- dijo la Perseverancia.
-¡Hagamos sí! Hagamos algo- añadió la Actividad.
Entonces el señor Ocurrencia junto con las hermanas Idea e Imaginación crearon un juego. Se llamaba, el escondite.
-Cada uno de nosotros debe esconderse en algún lugar de la Tierra, y sólo uno saldrá a buscarnos hasta encontrarnos a todos- planteó Ocurrencia.
Todos aceptaron hacer el juego. Quien saldría a buscarlos sería la Locura, elegida al azar. Y así, fueron escondiéndose los vicios, los valores y las virtudes, viajando cada uno a los diferentes rincones del mundo, esparciendo su magia por el lugar que habían pasado. Luego de haber terminado de contar, hasta con sus propios dedos, detrás de un árbol, salió la Locura, decidida y envuelta en un manto por la Histeria. Corrió y trotó. Detrás de un roquerío, en la playa, encontró a la Lujuria junto con la Ingenuidad, teniendo algo más que una conversación. Debajo de un manzano estaban la Gula, la Pereza y la Alegría devorando las manzanas caídas. Mientras la Ternura y la Esperanza estaban recostadas en un prado. Y así, poco a poco la Locura fue encontrándolos. Pero faltaba alguien. Faltaba el más importante de todos. El Amor. Comenzaron a buscarlos todos juntos. Pero no pudieron encontrarlo. De pronto, la Seguridad escuchó una voz que provenía de un rosal, en un jardín cercano al prado de luz.
-¡Hey! Oigan todos, el Amor está aquí, vengan a ver- exclamó la Seguridad.
En seguida y rápidamente partieron al encuentro de éste. De volumen muy bajito, la Seguridad dijo que estaba dentro de aquella rosa blanca. Entonces, en medio de las ganas por encontrar a el Amor, la Locura quitó de las manos la lanza de la Seguridad y la enterró en la rosa. Dentro de ésta, se escuchaban gritos y chillidos de el pobre Amor.
-¡Por favor, detente! No sigas- gritaba el Amor.
La Fuerza y el Coraje tiraron de la Locura para que no siguiera haciendo más daño. De pronto y en medio de una lluvia tenue y unas luces bajas, salió el Amor desde la rosa blanca, que ahora estaba roja a causa de la sangre. Sus ojos habían sido reventados y cercenados por la punta de la lanza. Todos lloraban el dolor de el Amor, sobre todo la Tristeza. Amarraron a la Locura a un árbol y no la soltaron. En tanto la Salud y la Higiene cuidaban de el Amor vendándoles los que antes fueron sus ojos. El hecho, causó la molestia de todos, provocando así un juicio, dirigido por la Justicia, la Seguridad y la Igualdad. La sentencia final para la Locura sería acompañar siempre al ciego Amor aferrados firmemente. Desde ese entonces el Amor es ciego y siempre está acompañado de la Locura.
-Ahora, lo mejor sería hacer algo de ejercicio para bajar la panza, ¿no creen?- dijo la Perseverancia.
-¡Hagamos sí! Hagamos algo- añadió la Actividad.
Entonces el señor Ocurrencia junto con las hermanas Idea e Imaginación crearon un juego. Se llamaba, el escondite.
-Cada uno de nosotros debe esconderse en algún lugar de la Tierra, y sólo uno saldrá a buscarnos hasta encontrarnos a todos- planteó Ocurrencia.
Todos aceptaron hacer el juego. Quien saldría a buscarlos sería la Locura, elegida al azar. Y así, fueron escondiéndose los vicios, los valores y las virtudes, viajando cada uno a los diferentes rincones del mundo, esparciendo su magia por el lugar que habían pasado. Luego de haber terminado de contar, hasta con sus propios dedos, detrás de un árbol, salió la Locura, decidida y envuelta en un manto por la Histeria. Corrió y trotó. Detrás de un roquerío, en la playa, encontró a la Lujuria junto con la Ingenuidad, teniendo algo más que una conversación. Debajo de un manzano estaban la Gula, la Pereza y la Alegría devorando las manzanas caídas. Mientras la Ternura y la Esperanza estaban recostadas en un prado. Y así, poco a poco la Locura fue encontrándolos. Pero faltaba alguien. Faltaba el más importante de todos. El Amor. Comenzaron a buscarlos todos juntos. Pero no pudieron encontrarlo. De pronto, la Seguridad escuchó una voz que provenía de un rosal, en un jardín cercano al prado de luz.
-¡Hey! Oigan todos, el Amor está aquí, vengan a ver- exclamó la Seguridad.
En seguida y rápidamente partieron al encuentro de éste. De volumen muy bajito, la Seguridad dijo que estaba dentro de aquella rosa blanca. Entonces, en medio de las ganas por encontrar a el Amor, la Locura quitó de las manos la lanza de la Seguridad y la enterró en la rosa. Dentro de ésta, se escuchaban gritos y chillidos de el pobre Amor.
-¡Por favor, detente! No sigas- gritaba el Amor.
La Fuerza y el Coraje tiraron de la Locura para que no siguiera haciendo más daño. De pronto y en medio de una lluvia tenue y unas luces bajas, salió el Amor desde la rosa blanca, que ahora estaba roja a causa de la sangre. Sus ojos habían sido reventados y cercenados por la punta de la lanza. Todos lloraban el dolor de el Amor, sobre todo la Tristeza. Amarraron a la Locura a un árbol y no la soltaron. En tanto la Salud y la Higiene cuidaban de el Amor vendándoles los que antes fueron sus ojos. El hecho, causó la molestia de todos, provocando así un juicio, dirigido por la Justicia, la Seguridad y la Igualdad. La sentencia final para la Locura sería acompañar siempre al ciego Amor aferrados firmemente. Desde ese entonces el Amor es ciego y siempre está acompañado de la Locura.
1 comentario:
que te qedo bonito esta cuestion amigo ^^
bngiosfhnioasd
shduiosha
fcsdhudchas
vhsdi
:*
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